9 de junio de 2010

La gran fiesta

Desde la primer Copa Mundial de Fútbol en el año 1930 en Uruguay, cada cuatro años se ha tornado en un gran evento mundial. Miles de personas se preparan para asistir a los partidos y ver a sus equipos nacionales, algunos se endeudan para comprar el mejor plasma y verlos desde su casa, mientras que otros programan donde juntarse con amigos para alentar a sus equipos.


Para muchos, quizás sea la única vez que cantan el himno nacional de su país o que vean suceder eventos extracurriculares como la transmisión de partidos en las escuelas para que los alumnos no falten a clases. Los vendedores de banderas y otros suvenires aprovechan para hacer negocios sin dejar pasar la oportunidad.


Durante todo un mes, los programas de televisión se basan en lo que está aconteciendo en la gran fiesta mundial. Ellos nos regalan los colores de las celebraciones de cada país, sus diferentes maneras de festejar y demostrarle al mundo quién es más fanático. Las publicidades nos muestran cuanta pasión tenemos por el deporte y de qué manera su producto nos puede hacer sentir más cerca de nuestro equipo nacional.


Las crudas realidades son opacadas por el mismo Mundial; lo que era importante se torna aburrido y solo nos interesa no ser los próximos eliminados. Muchas veces la euforia saca lo lindo y feo de cada uno de nosotros. Nos enorgullecemos de nuestros triunfos, pero nos desilusionamos de nuestras derrotas. Nos gusta ganar, pero no nos gusta perder. Solo los mejores de los mejores son los que se presentarán en la Copa Mundial, muchos otros países han quedado atrás y ahora solo falta demostrar cuál es el mejor equipo a nivel mundial. Los grandes y eternos rivales están listos para una vez más enfrentarse y demostrar quien será el vencedor.


Es interesante que cuando hablamos de competencia nuestro primer pensamiento es que alguien será el ganador y nos olvidamos del que ocupa el segundo lugar. Pero la palabra competencia viene del griego que significa “esfuerzo en común”; que yo, junto al otro, realizamos un mismo esfuerzo pero no con la idea de demostrar quién es mejor, sino demostrar que juntos se puede lograr una meta; nunca habla de rivalidad ni de crear un enfrentamiento para implantar discordia. Cuán lejos estamos de este pensamiento, aun de festejar y alegrarnos por el que obtiene el premio, sino todo lo contrario, el de criticarlo y lamentarnos porque no fue justo.


¿Cómo se puede cambiar un pensamiento o una idea que por años hemos tenido? Mi deseo para Sudáfrica 2010 es que disfrutemos de cada partido, que podamos apreciar el esfuerzo de cada equipo, que no dejemos de alentarnos unos a otros y que sea una fiesta mundial; que nuestros niños puedan aprender lo que es la verdadera competencia y que seamos nosotros los que podamos hacer de un Mundial, una gran fiesta, como le llaman en Sudáfrica.


Por: Iván Salazar

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